Hoy
es la fiesta de todos los santos del Carmelo. Esa ingente multitud de
ermitaños, monjas contemplativas, frailes, religiosas de vida activa, miembros
de institutos seculares y laicos afiliados a la Orden del Carmen, que se han
santificado en su propia vocación, dentro de esta gran familia.
En
el libro Glorias del Carmelo, escrito en el siglo XVII, se puede leer:
Los
abundantísimos frutos y el suavísimo olor que en toda la Iglesia de Jesucristo se
percibe, exhalado del vergel hermoso del Orden carmelítico, de tal modo están
marcados en las historias antiguas y contemporáneas, que creemos con sobrada
razón que nadie puede estar de ellos desapercibido, por poco que las haya
saludado.
Y
no es que hagamos mérito aquí de tantos miles de hijos que el Carmelo tenía en
el seno de Abraham, cuando descendió allí el alma santísima de Cristo, los que
habían brillado en virtud y santidad en los días de la ley escrita en todos
aquellos montes y desiertos bañados por las corrientes del Jordán.
Solo
de los que como el sol han resplandecido en el reino del Padre celestial desde
la fundación de la Iglesia
e instalación de la ley de gracia, hacemos aquí mención. ¿Quién capaz será de
contar los infinitos santos que ha dado al cielo ese orden siempre magnífico,
siempre grande, siempre santo?
Al
guarismo y a la contabilidad misma exceden, y para decirlo de una vez,
necesario fuese el poder reducir a expresion las estrellas del cielo, para
poder decir cuántos son los santos que ha producido el Carmelo.
Blog del P. Eduardo
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