martes, 14 de julio de 2015

VISITA FRATERNA


El pasado domingo nos visito Mons Robert Flock Obispo Auxiliar de Cochabamba dentro la novena a Nuestra Señora del Carmen.
En esta ocasión nos dijo:

Queridos Hermanos
Hemos vivido algunos días intensos de emoción y gracia por la hermosa visita de nuestro querido Papa Francisco a Bolivia. Los que pudieran presenciar algunos de los encuentros o acercarse el Papa, llevará gozosamente estos recuerdos por el resto de su vida. Ahora pasamos de la euforia de su visita a una nueva escucha de sus palabras y mensajes, porque su visita a nuestra tierra es una expresión hoy de lo que nos cuenta el Evangelio en la vida de los primeros Apóstoles: “Fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.” (Mt 6,13).
Quiero compartir así algunas frases de estos mensajes, por supuesto, les invito a buscar, leer y meditar los textos completos:

A su llegada a Bolivia en el Aeropuerto de El Alto nos dijo:
“Como huésped y peregrino, vengo para confirmar la fe de los creyentes en Cristo resucita-do, para que cuantos creemos en Él, mientras peregrinamos en esta vida, seamos testigos de su amor, fermento de un mundo mejor, y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.”


A las autoridades en la Catedral de La Paz, el Papa hizo una distinción interesante entre el Bienestar y el Bien Común:
El bienestar que se refiere solo a la abundancia material tiende a ser egoísta, tiende a defen-der los intereses de parte, a no pensar en los demás, y a dejarse llevar por la tentación del consumismo. Así entendido, el bienestar, en vez de ayudar, incuba posibles conflictos y disgregación social; instalado como la perspectiva dominante, genera el mal de la corrupción que cuánto desalienta y tanto mal hace. El bien común, en cambio, es algo más que la suma de intereses individuales; es un pasar de lo que «es mejor para mí» a lo que «es mejor para todos», e incluye todo aquello que da cohesión a un pueblo: metas comunes, valores compartidos, ideales que ayudan a levantar la mirada, más allá de los horizontes particulares.


A todo el pueblo en la Misa en Santa Cruz, comentó las palabras de la Eucaristía: Tomar, Bendecir y Entregar
En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una bendición que no sea una entrega. La bendición siempre es misión, tiene un destino, compartir, el condividir de lo que se ha recibido, ya que sólo en la entrega, en el com-par-tir es cuando las personas encontramos la fuente de la alegría y la experiencia de salvación. Una entrega que quiere reconstruir la memoria de pueblo Santo, de pueblo invitado, a ser y a llevar por la alegría de la salvación. Las manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las mismas que distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Y podemos imaginar cómo iban pasando de mano en mano los panes y los peces hasta llegar a los más alejados. Jesús, logra generar una corriente entre los suyos, todos iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue como comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo recogieron en siete canastas. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una memoria entregada, siempre sacia a un pueblo.


En el Encuentro con el Clero, la Vida Consagrada y los Seminaristas, comentó la experiencia de Jesús con Bartimeo:
Esta es la pedagogía del Maestro, esta es la pedagogía de Dios con su Pueblo. Pasar de la indiferencia, del zapping al «ánimo, levántate, el Maestro te llama» (Mc 10,49). No porque seamos especiales, no porque seamos mejores, no porque seamos los funcionarios de Dios, sino tan solo porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos transforma. Y cuando se vive así hay gozo y alegría y podemos adherirnos al testimonio del hermano que en su vida hizo suyo el consejo de San Agustín, ¡canta y camina! esa alegría que viene del testigo de la misericordia que transforma.


En el encuentro con los Movimientos Populares: 
La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: “Las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.


En el Penal de Palmasola:
Aquí, en este Centro de Rehabilitación, la convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, busca la rivalidad, la división, los bandos. No le hagan el juego. Luchen por salir adelante unidos.


En el encuentro con los Obispos, respondió a una pregunta sobre la familia:
La familia ha salido como tema para el sínodo porque se ha sentido que hoy día la familia está pasando problemas muy fuertes. El Señor quiere que digamos a nuestro pueblo la belleza de la familia, del matrimonio. Que digamos a nuestro pueblo el ideal de la belleza de estos temas.


Escuchando al Papa, espero que se nos cumpla en Bolivia las palabras inspiradas del Salmo: 
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.

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