El pasado domingo nos visito Mons Robert Flock Obispo Auxiliar de Cochabamba dentro la novena a Nuestra Señora del Carmen.
En esta ocasión nos dijo:
Queridos Hermanos
Hemos vivido algunos días intensos de emoción y gracia por la hermosa
visita de nuestro querido Papa Francisco a Bolivia. Los que pudieran
presenciar algunos de los encuentros o acercarse el Papa, llevará
gozosamente estos recuerdos por el resto de su vida. Ahora pasamos de la
euforia de su visita a una nueva escucha de sus palabras y mensajes,
porque su visita a nuestra tierra es una expresión hoy de lo que nos
cuenta el Evangelio en la vida de los primeros Apóstoles: “Fueron a
predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y
sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.” (Mt 6,13).
Quiero compartir así algunas frases de estos mensajes, por supuesto, les invito a buscar, leer y meditar los textos completos:
A su llegada a Bolivia en el Aeropuerto de El Alto nos dijo:
“Como huésped y peregrino, vengo para confirmar la fe de los creyentes
en Cristo resucita-do, para que cuantos creemos en Él, mientras
peregrinamos en esta vida, seamos testigos de su amor, fermento de un
mundo mejor, y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa y
solidaria.”
A las autoridades en la Catedral de La Paz, el Papa hizo una distinción interesante entre el Bienestar y el Bien Común:
El bienestar que se refiere solo a la abundancia material tiende a ser
egoísta, tiende a defen-der los intereses de parte, a no pensar en los
demás, y a dejarse llevar por la tentación del consumismo. Así
entendido, el bienestar, en vez de ayudar, incuba posibles conflictos y
disgregación social; instalado como la perspectiva dominante, genera el
mal de la corrupción que cuánto desalienta y tanto mal hace. El bien
común, en cambio, es algo más que la suma de intereses individuales; es
un pasar de lo que «es mejor para mí» a lo que «es mejor para todos», e
incluye todo aquello que da cohesión a un pueblo: metas comunes, valores
compartidos, ideales que ayudan a levantar la mirada, más allá de los
horizontes particulares.
A todo el pueblo en la Misa en Santa Cruz, comentó las palabras de la Eucaristía: Tomar, Bendecir y Entregar
En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una
bendición que no sea una entrega. La bendición siempre es misión, tiene
un destino, compartir, el condividir de lo que se ha recibido, ya que
sólo en la entrega, en el com-par-tir es cuando las personas encontramos
la fuente de la alegría y la experiencia de salvación. Una entrega que
quiere reconstruir la memoria de pueblo Santo, de pueblo invitado, a ser
y a llevar por la alegría de la salvación. Las manos que Jesús levanta
para bendecir al Dios del cielo son las mismas que distribuyen el pan a
la multitud que tiene hambre. Y podemos imaginar cómo iban pasando de
mano en mano los panes y los peces hasta llegar a los más alejados.
Jesús, logra generar una corriente entre los suyos, todos iban
compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue
como comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo recogieron en
siete canastas. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una memoria
entregada, siempre sacia a un pueblo.
En el Encuentro con el Clero, la Vida Consagrada y los Seminaristas, comentó la experiencia de Jesús con Bartimeo:
Esta es la pedagogía del Maestro, esta es la pedagogía de Dios con su
Pueblo. Pasar de la indiferencia, del zapping al «ánimo, levántate, el
Maestro te llama» (Mc 10,49). No porque seamos especiales, no porque
seamos mejores, no porque seamos los funcionarios de Dios, sino tan solo
porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos
transforma. Y cuando se vive así hay gozo y alegría y podemos adherirnos
al testimonio del hermano que en su vida hizo suyo el consejo de San
Agustín, ¡canta y camina! esa alegría que viene del testigo de la
misericordia que transforma.
En el encuentro con los Movimientos Populares:
La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y
quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: “Las famosas
tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y
hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale
la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en
América Latina y en toda la tierra.
En el Penal de Palmasola:
Aquí, en este Centro de Rehabilitación, la convivencia depende en parte
de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón
egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la
capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense
entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio
busca la pelea, busca la rivalidad, la división, los bandos. No le hagan
el juego. Luchen por salir adelante unidos.
En el encuentro con los Obispos, respondió a una pregunta sobre la familia:
La familia ha salido como tema para el sínodo porque se ha sentido que
hoy día la familia está pasando problemas muy fuertes. El Señor quiere
que digamos a nuestro pueblo la belleza de la familia, del matrimonio.
Que digamos a nuestro pueblo el ideal de la belleza de estos temas.
Escuchando al Papa, espero que se nos cumpla en Bolivia las palabras inspiradas del Salmo:
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario