«Por
tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del
Espíritu de la Verdad ,
para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su
peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y
vencedor del pecado y de la muerte; para acreditar la gloria de esta misma
augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia , por la autoridad
de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y
por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación
divina que la
Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el
curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste».
Bula Munificentissimus Deus: AAS 42 (1950) 770.
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