Los misteriosos Magos de Oriente que llegaron a Belén para visitar al Niño Jesús cautivaron pronto la devoción y la fantasía popular de los cristianos. Ya en el siglo II se les elevó a la categoría de Reyes; esto se debió a que había un Salmo que decía: “Los reyes de Tarsis y de Saba le traerán sus regalos; todos los reyes se arrodillarán ante él” (72,10-11); y se creyó que los M...agos eran estos reyes que habían venido para cumplir la profecía.
Luego se fijó su número; al ser tres los regalos que le ofrecieron al niño (oro, incienso y mirra), se pensó que los Magos tenían que haber sido tres. Más tarde, en el siglo VI, se les dio nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. En el siglo VIII, se los hizo de razas diferentes. Y por último, en la edad media, se empezó a decir que uno de ellos era negro.
EL DESTINO DE LOS MAGOS
Pero quizás lo más pintoresco sea el detalle de sus reliquias. Según una tradición, los Magos murieron en Persia. De allí sus restos fueron llevados a Constantinopla en el año 490. Más tarde aparecieron en Milán. Y finalmente se les trasladó a Colonia (Alemania), en cuya Catedral descansarían actualmente, junto a una ingenua inscripción que dice:
“Habiendo sufrido muchas penurias por el Evangelio, los tres sabios se encontraron en Armenia el año 54 d.C. para celebrar la Navidad. Después de la misa, murieron. San Melchor, el 1º de enero a los 116 años. San Baltasar, el 6 de enero a los 112 años. Y San Gaspar, el 11 de enero a los 109 años”.
De hecho, los cuerpos de los Magos viajaron mucho más después de muertos, que durante su vida.
LA ENSEÑANZA QUE PRETENDE MATEO
San Mateo nos cuenta que, cuando Jesús vino al mundo, unos Magos del lejano Oriente se enteraron de su nacimiento. No pertenecían al pueblo judío, ni conocían al Dios verdadero, ni practicaban la auténtica religión; sólo observaban los astros y estudiaban ciencias secretas. Pero mediante la aparición de una estrella Dios les hizo saber de la llegada del rey de los judíos a la tierra. También nos dice que los Sumos Sacerdotes y Escribas judíos pudieron enterarse del nacimiento del Mesías, pero por otro camino: descifrando las profecías de las Sagradas Escrituras. Finalmente, también el rey Herodes se enteró del nacimiento de Jesús, por sus asesores políticos.
El evangelista enseña, así, que Dios quiere hablar con todos los hombres, y que para ello emplea el lenguaje que cada uno puede entender. A Herodes le habló a través de sus asesores. A los Maestros de la Ley, a través de la Biblia. Y a los Magos, a través de sus estudios astronómicos. Dios no rechaza a nadie. No excluye a nadie de la salvación. Ni siquiera a los Magos, que para la mentalidad judía de entonces eran extranjeros despreciados y que vivían en medio de su ignorancia y sus creencias supersticiosas. También a ellos les dirigió su Palabra, y de una manera en que pudieran entender.
DIOS NO HACE ACEPCIONES
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: “Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, (Hechos (SBJ) 10, 34), “en Dios no hay acepción de personas (Gálatas (SBJ) 2,6), es un aspecto que se reitera en las Escrituras, sin embargo eso no ocurre en los hombres, ya que hoy en día, las personas se distinguen en algunas categorías tales como divorciados, matrimonios irregulares, alcohólicos, drogadictos, enfermos de sida, madres solteras, desvalidos, y para peor, por su nacionalidad, raza o etnias, y los mas triste es que hay gente que pretende excluirlos del amor de Dios y hasta son excluidas en nombre del mismo Dios, olvidándose de lo que nos ha pedido el mismo Jesús; “ Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. (Mateo (SBJ) 5, 43-45)
Por tanto los Reyes Magos lejos de constituir una historia feliz y romántica para contar a los niños, representan la advertencia divina de que el Sol sale para todos; y que nadie debe quedar afuera de la salvación de Dios.
Todos, judíos y paganos, estamos “llamados en Cristo a participar de la misma herencia, a formar un mismo cuerpo” (Ef 3,6), Y la venida de los Magos constituye el inicio de esta paz universal de las naciones. Por tanto aprovechemos esta oportunidad de comprender cada vez mejor que la solución de la tensión entre universalidad y elección que tantas veces nos ha puesto unos contra otros se resuelve en el entender que la elección es servicio a todo hombre.
También espero que todos los cristianos sepamos, como los Magos, caminar siempre hacia Belén para adorar al rey universal de las gentes pero, al mismo tiempo, sepamos desde Belén ir al mundo para desempeñar la misión que Jesús nos ha pedido y confiado, esto es, la de ir al encuentro de todos, es decir como comunidad cristiana, ir en busca de los alejados y de quienes se sienten excluidos, sepamos llamarlos a la esperanza y a la vida. Amen
Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds
No hay comentarios:
Publicar un comentario