SEGUNDO DIA
Amabilísimo Niño Jesús de Praga, Esposo divino de nuestras almas, que
después de haber venido para salvar a los hombres, vendréis nuevamente a
juzgarlos , manifestando los esplendores de vuestra eterna generación del
Padre, que ocultasteis para haceros accesible a los hombres, y haréis brillar
toda vuestra gloria para confusión de los que hayan abusado de vuestra gracia:
ayudadme para que siga ahora vuestras inspiraciones, Redentor mío, y pueda
veros aquel día como Juez benigno y apacible. Amén.
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