jueves, 23 de mayo de 2013

CENTRO SAN ANTONIO PIDE PUNTOS DE VENTA



Una comisión del Concejo Municipal constató que la cárcel de San Antonio, ubicada en pleno centro de la ciudad, se ha convertido en un depósito humano. Más de 396 personas viven en cubículos, de menos de un metro cuadrado, junto a sus hijos.

La dramática situación en la que se encuentran los privados de libertad derivó en que las concejales Beatriz Zegarra y Ninozka Lazarte se comprometan a impulsar la creación de puntos de comercialización de las artesanías y los productos que se fabrican en los penales, como parte de las terapias ocupacionales.

Zegarra informó que el municipio estudia la adecuación de un decreto supremo, para usar los recursos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) en la implementación de recintos de detención preventiva y la apertura de ventas permanentes.

Durante la inspección, se verificó que los internos de la cárcel de San Antonio viven hacinados, además de que no cuentan con suficiente agua. El 80 por ciento es víctima de la retardación de justicia y no existen condiciones para albergar a los hijos de los reclusos en condiciones favorables.

Uno de los internos, Ernesto Camacho, contó que además de dormir, trabajar y cocinar en su  celda de 1,70 metros de largo por 0,70 de ancho, también mantiene, en el reducido espacio que adquirió en 1.800 bolivianos, a su hija de siete años.
 Otro de los internos, Roberto Torrico, dijo que existen celdas, en las que conviven entre 10 a 12 reclusos. Otro de los problemas diarios es la falta de agua, para abastecer a los 396 reclusos de la cárcel de San Antonio.

“Aquí los internos pagamos la pobreza, no el delito”, lamentó, el delegado del penal, Teófilo Mamani. Informó que debido al hacinamiento, los reclusos “descansaban en los pasillos, dormían en las duchas y en los baños”. Dijo que, por las noches, el  taller de artesanía es transformado en un dormitorio, para los internos sin recursos, que no pueden adquirir una celda.

Ante la falta de recursos, los presos también preparan una olla común que beneficia con un plato de comida a 140 privados de libertad a un costo de 1 boliviano por día. Por ello, les pidieron a las concejales la donación de alimentos. Los internos expresaron que aunque confeccionan ropa, muebles, zapatos y joyas, no tienen dónde comercializar sus productos. Periódico Los Tiempos

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