viernes, 28 de febrero de 2014

VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

EN LAS MANOS DE DIOS

En este domingo VIII del tiempo ordinario la Palabra de Dios nos motiva a que profundicemos el lugar que ocupan en nuestra vida los valores del Reino.
Es así que la brevísima lectura del profeta Isaías muestra la preocupación de Dios por su pueblo hasta se da el extremo que una madre se olvide de sus hijos; Pero aunque ella se olvide que ya es extraño y difícil, Dios nunca se olvida de sus hijos y les da lo necesario.
Cuanta confianza ilimitada tiene el hijo en sus padres el salmista este domingo lo subraya Sólo en Dios descansa mi alma, y es porque de El viene la salvación respondemos en la oración sàlmica.
En la segunda lectura el apóstol San Pablo dirigiéndose a los Corintios les pide ser fieles como aquel administrador que es fiel, a todo lo recibido.
Esta es la fidelidad que el Señor Jesús subraya, la de no tener dos señores, de no contraponer a Dios y al dinero, porque quiere de nosotros un servicio total y exclusivo.
Los afanes del momento y los compromisos nos hacen estar pendientes de la comida del vestido y de tantas cosas siempre entre manos están las cosas, el Señor nos advierte este domingo, nos se preocupen, pues para el creyente la única preocupación valedera será el Reino de los cielos.
¿Porque preocuparnos? Nos pregunta Jesús, y que le respondemos, interesados por lo que tenemos y lo que tendremos en el futuro, esta obsesión nos impide ver el horizonte del Reino de Dios y su justicia que subraya San Mateo.
Seis veces repite el autor sagrado preocupación, y con toda la intención de que reaccionen los hombres de poca fe. Seguro que con estas consideraciones tendríamos menos personas nerviosas e irritables por sus obligaciones y compromisos.
Que es lo más importante en nuestra vida ahora parece que no lo vemos claro cinco minutos antes de morir lo veremos clarísimo, lo que nos ha quitado el sueño no ha sido el Reino de Dios, sino el activismo incansable de poseer y tener entre manos muchas cosas, pero entonces ya será muy tarde habremos desperdiciado la felicidad y la seguridad que Dios no nos abandona y nos da lo necesario y lo preciso, como las aves del cielo que Dios Padre no deja de su mano, pongamos pues siempre nuestra confianza ilimitada en Dios  y busquemos lo que Dios quiere de nosotros lo que nos pide como dice la oración colecta de hoy que tu Iglesia se alegre de servirte con entrega y serenidad.






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