Ruega por nosotros pecadores
Su maternidad espiritual se extiende a todas las
generaciones, a todos los hermanos de Jesús, y ella ruega por nosotros, vela
por nuestras necesidades. Como en las bodas de Caná va una y otra vez con Jesús
y le dice: "No tienen vino", y obtiene abundantes bienes para sus
hijos. Ella protege con particular predilección a los más pequeños, a los
indefensos, a los enfermos, a los que tienen heridas morales, a los pecadores.
Vemos lo espléndida que es en los Santuarios Marianos: Guadalupe, Lourdes,
Fátima, El Pilar, Loreto, Luján, Aparecida... Santa María, Madre de Dios y
Madre nuestra, me declaro pecador, necesito que desbordes sobre mí tu corazón
misericordioso.
Ahora
En el momento presente, en todo momento presente. Cuando
todo va bien y cuando no, cuando estoy en gracia y cuando no, cuando me siento
bien y cuando no, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las
tristezas, en la luz y en la oscuridad: siempre. El "ahora" abarca
toda mi vida, porque el momento presente recoge el pasado, el presente y el
futuro: todo lo pongo en tus manos. En el presente reparo por mi pasado, te
ofrezco mi futuro, vivo según el Evangelio. Decirle ruega ahora por mí, es
decirle: te necesito siempre a mi lado María, siempre; no te separes de mí.
(Nota: El "ahora" es considerado, también, para recordarnos que
diario debemos rezar esta oración).
Y en la hora de nuestra muerte
Así como estuviste junto a Jesús en la hora de su muerte (cf
Jn 19, 27), así desde ahora te pido que cuando termine mi vida terrena estés
conmigo. Si paso mis últimos días enfermo, quiero que como buena madre me
acompañes de día y de noche. Al morir quiero tener un Rosario en la mano y
sentir tu mejilla en mi frente, mientras me dices al oído: No tengas miedo, que
no te aflija cosa alguna, ten confianza, ¿qué no estoy yo aquí que soy tu
Madre? Quiero que mis últimas palabras sean: "María, Jesús", y que
habiéndolas pronunciado me cargues en tus brazos y me pongas en los brazos del
Padre. Quiero que tú me lleves con Jesús, y que al despertar allá en el cielo
tenga mi cabeza reclinada sobre Su pecho, y estar sintiendo tus caricias por
toda la eternidad.
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