El
Padre Brunot en su libro “Mariam, la pequeña Árabe” sintetiza perfectamente las
claves de la Santidad de esta pequeña florecilla: “La vida de María fue marcada
por tres consignas muy importantes, que en realidad son las que constituyen el
milagro de su vida: la conciencia de su miseria, el ardiente deseo de la
Voluntad Divina, la primacía del amor”
Y
es lo que tenemos que aprender a descubrir en ella y en todos los santos, los
cuales aprendieron a ser verdaderamente “conscientes de que todo lo que tienen
viene recibido de Dios”, que son nada delante de El y de los hombres, que se
consideran los últimos. Podríamos llamar a la Hermana María de Jesús
Crucificado digna discípula del Apóstol San Pablo: “Pues, ¿quién es el que te
distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué
gloriarte cual si no lo hubieras recibido?…(1Cor 4,7). En ella se cumplen
perfectamente sus palabras: “Por tanto, que nos tengan los hombres por
servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios” (1 Cor 4,1).
Esta
pequeña alma oriental vivió hasta el grado heroico las virtudes cristianas y
cumplió diariamente la Voluntad Divina. Hizo lo que hay que hacer cada día, por
Cristo y de la mejor manera posible. He aquí la clave de la Santidad.
Ruego
a Dios Nuestro Señor para que todos podamos de alguna manera imitarla y
especialmente pido para aquellos misioneros en tierras orientales, que esta
santidad sea la corona y el fruto de nuestros años de labor silenciosa y
sacrificada y que nos conceda por intercesión de María de Jesús Crucificado la
conversión de muchas almas y la Vida Eterna.
“¡Oh
Beata María de Jesús Crucificado, que naciste y moriste en la Tierra del Señor!
Por tu experiencia íntima de los misterios de nuestra Redención, tu corazón
estuvo siempre abierto al sufrimiento de los hermanos, invitando a todos a
vivir la alegría del Espíritu Santo. Lleva a los hombres a Cristo, intercede
por la unidad de la Iglesia, alcanza la paz y la concordia para tu Tierra Santa
y todo el Medio Oriente, consuélanos y ayúdanos en todas nuestras necesidades.
Amén.”
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