(“Moisés puso una serpiente de bronce en un mástil”); Fil 2,6-11 (Cristo “se humilló, por lo cual Dios lo exaltó”); Jn 3,13-17 (“Así tiene que ser levantado el Hijo del hombre”)
Contemplación, vivencia, misión: La “Cruz” de Cristo es la máxima
prueba de su amor: darse a sí mismo llevándonos en su corazón. Así nos amó
Jesús desde el seno de María y en toda su vida. Es la característica del amor
de Dios, que se hace hombre para asumir la historia de cada uno, purificarla y
hacerla partícipe de su misma vida. “De tal manera amó Dios al mundo, que le
dio a su Hijo unigénito” (Jn 3,16). Con estas palabras de Jesús, inauguró Sta.
Teresa de Calcuta un centro social de la India (cuando le habían pedido que no
hablara de religión…). “Jesucristo dio su preciosa sangre en la cruz por esa
persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece
nuestro cariño y nuestra entrega” (Evangelii Gaudium, n. 274)
*Corazón misericordioso de María, memoria de la Iglesia: La “exaltación de
la Cruz” indica la fecundidad de una vida gastada por amor. Este lenguaje sólo
se entiende de corazón a corazón. María es la Madre más fecunda, de pie junto a
la Cruz.
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