Después de Huaqui
Julio 1811 - Junio 1812
Por Emilio A. Bidondo
En esta circunstancia -afirmaba
Goyeneche- se le presentó una diputación de los insurrectos ofreciendo
rendición, actitud ésta que aceptó ordenando que cesara la actividad de
combate. Dispuso Goyeneche que sus tropas avanzara hacia la ciudad y cuando se
empezó a cumplir esta orden, desde el punto de Tamborenea se les abrió fuego
nuevamente. Seguía informando Goyeneche que, a causa de ello, se reinició el
ataque y los realistas comprobaron que sus oponentes se habían atrincherado en
el elevado cerro de la "Coronilla", a donde se orientó ahora el
ataque hasta que, después de dos horas de combate pudo tomarse esta posición.
"Entró el ejército de
Goyeneche en Cochabamba con el furor de la venganza, saqueándola durante dos
horas sin que pudiesen ser contenidos los solados"
Conocemos la versión
revolucionaria del ataque realista a Cochabamba, gracias a que ha llegado hasta
nuestros días el relato que hiciera el 4 de agosto de 1812 el soldado Francisco
Turpín al general Belgrano establecido por este tiempo en Jujuy.
Afirmaba Turpín que después de la
acción desgraciada del Desaguadero y no sin aportar arduas peripecias pudo
reincorporarse a las filas revolucionarias en Cochabamba. Preparaba la defensa
de dicha plaza, él integró las tropas que mandaba el coronel Esteban Arce
-había logrado reunir unos tres mil hombres- quien mandaba la primera línea del
sistema defensivo. Al producirse el avance realista dos indios adictos a la
revolución "por tres noches no los dejaron pestañar" a las avanzadas
enemigas; fue entonces que llegó a la posición mandada por Arce, un emisario
del gobernador de Cochabamba don Mariano Antezana, pidiéndole al primero que
inmediatamente se retirara a lo que éste aceptó no sin manifestar a sus hombres
que "esta retirada ni se hace por mí; estamos en la mejor situación para
vencerlos, y me manda a llamar Antezana".Con respecto a este repliegue
hacia Cochabamba manifestaba Turpín:
"Esa misma noche caminamos
de regreso y al día encontramos todos con dicho Antezana y entonces empezaron a
reñir con el general (sic. Coronel) Arce y el dicho Antezana, tanto que
hubieron de pelearse entre los dos y se dijeron que cada uno vaya a defender el
lugar donde vivía, esto es, el gobernador Antezana, Cochabamba y el general
Arce el valle de Torata".
Afirmaba Turpín que él quedó en
Cochabamba y allí se enteró, cuatro días después que el coronel Arce había sido
derrotado en Pocona. Por su parte el gobernador Antezana concentró sus
efectivos en la ciudad de Cochabamba y sus aledaños con la idea de resistir el
ataque realista, pero -sigue anoticiando el declarante- tan sólo algunos
respondieron al llamado del gobernador de entre los mil escasos hombres que ahí
había, "solamente las mujeres dijeron si no hay hombres nosotras
defenderemos".
Reiniciando el combate, mandó
avisar el gobernador Antezana "que él ya se rendía" y dispuso que se
retiraran las armas y se guardaran. Ante semejante proceder. "se
congregaban todas las mujeres armadas de cuchillo, palos, barretas y piedras en
busca del señor Antezana para matarlo".
Al no ser encontrado, buscaron
estas mujeres a quien tenía las llaves del depósito de armas y entrando en él
"las mujeres sacaron los fusiles, cañones y municiones y fueron al puesto
de San Sebastián (el cerro de la "Coronilla" extramuros de la ciudad,
donde colocaron las piezas de artillería".
Continuaba su relato el soldado
Turín diciendo que, al día siguiente "hubo un embajador de parte de
Goyeneche, previniendo que venían ellos a unirse con sus hermanos, que desistan
de la bárbara empresa".
A esta propuesta respondieron las
mujeres atrincheradas en el cerro de la "Coronilla" que ellas
"tendrían la gloria de morir matando y el embajador que vino de Cochabamba
murió a mano de las mujeres"
Tras ello se inició el ataque de
los realistas que duró dos horas y en el cual las mujeres de la
"Coronilla" se batieron furiosamente hasta que esta posición fue
tomada; los atacantes "mataron treinta mujeres, seis hombres de garrote y
tres fusileros".
Ocupada Cochabamba por los
realistas, seis días después tomaron preso al gobernador Antezana a quien
pasaron por las armas, luego lo degollaron y su cabeza fue expuesta en la plaza
mayor; en tanto que su cuerpo era exhibido en el cerro de "La
Coronilla" durante varios días. Las buenas intenciones del brigadier
Goyeneche habían sido olvidadas y el soldado Turpín completaba su relato
diciendo:
"Después que se había
posesionado el enemigo de la ciudad empezaron a saquearla, cada división con
sus respectivos jefes, quebrando todas las puertas y ventanas, los de
caballería salieron a las estancias o haciendas a hacer otro tanto, quemando
todas las sementeras así de maíz como de trigo".
Advertimos que el general
Belgrano al elevar este parte al superior gobierno, expresaba con admiración:
"¡Gloria a las cochabambinas
que se han demostrado con un entusiasmo tan digno de que pase a la memoria de
las generaciones venideras"
Como puede apreciarse, las
diferencias existentes en los relatos de fuente realista y revolucionaria es
notoria y merece ser destacada.
Debemos mencionar que del relato
que hace el soldado Turpín surgen nítidamente las diferencias de criterio que
mantuvieron el coronel Arce y el gobernador Antezana; quizás ellas al sustentar
dos posiciones tan encontradas -el primero quería continuar la lucha, en tanto
que el segundo pretendía rendirse- contribuyeron a la derrota de los
altoperuanos en Cochabamba. Antezana pagó con su vida su negativa a combatir y
no lo hizo en el campo de batalla, sino en el cadalso. Pensamos que obró así
influido por la adecuada propaganda realista que tan buenos frutos diera con
otro cochabambino: el brigadier Francisco del Rivero, que poco antes se había
pasado a los realistas.
En cuanto al valerosos
comportamiento de las mujeres de Cochabamba, advertimos que Belgrano estuvo más
que acertado al calibrar el hecho -su nota laudatoria al gobierno es más larga
y apologética- pues la ciudadanía de Bolivia ha elegido el 27 de mayo como
"día de la madre" para honrar anualmente a las "Heroínas de la
Coronilla" que rindieron su vida ante el altar de la patria.
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