En el día de Santa Teresa
Muchas Felicidades
A toda la provincia Ibérica que lleva por título a Santa Teresa de
Jesús y que en este día celebra a su madre, a su hermana, maestra y
compañera de camino, a su fundadora y amiga. La gracia, la alegría, la
bendición y la paz estén con cada uno de vosotros y vosotras y con cada
comunidad.
Hoy estrenamos este Año Jubilar Teresiano que nos regala la Iglesia para
seguir viviendo a Teresa para seguir siendo de Jesús a su estilo y bajo
su guía, para seguir aprendiendo a ser Iglesia como ella, peregrinos
hacia Ávila, hacia Alba, hacia la Fuente del corazón de Teresa que es
Jesús, a la experiencia de Dios vivo... hoy dejaremos que Él peregrino
hacia nosotros cumpliendo en nosotros su pacto y alianza de amor.
Hoy celebraré en Ávila con multitud de fieles amigos y devotos de la
Santa, con tantísima gente conocida y desconocida que la siente viva, la
admira y venera; con todas vosotras las carmelitas, sus hijas, mis
hermanas, que en el mundo entero mantenéis su sueño hecho comunidad en
camino, palomarcitos para el regocijo de Dios, con todos los laicos del
Carmelo que habéis heredado plenamente el proyecto desafiante del
corazón enamorado de la Santa y lo habéis hecho vuestro y lo estáis
recreando y reencendiendo en vuestra experiencia de Dios recién
estrenada, hoy celebraré con todos vosotros, mis hermanos carmelitas
descalzos, más que nunca teresianos, orgullosos de haber sido fundados
por una mujer que se llama Teresa de Jesús y que sigue más viva y más
madre y más fundadora que nunca.
Me acercaré a Ávila y participaré entre la multitud de esa alegría
íntima y desafiante, provocadora y urgente que brota del corazón
atravesado y partido de la Santa. Celebraré la Eucaristía con toda la
Iglesia diocesana y universal, haciendo comunión con todos vosotros mis
hermanas y hermanos de la Provincia y del mundo, sin dejar a nadie
fuera. Hoy seremos comunión y Eucaristía y nos dejaremos humildemente
tomar de la mano por Teresa para que nos enseñe a vivir este misterio de
unidad y de obediencia al querer de Dios, al deseo del Señor. Le
volveré a decir con ella y en nombre de cada uno de vosotros: vuestro
soy para vos nací, decid, dulce amor, decid ¿qué mandáis hacer de mí?.
Hoy seremos una familia reunida en torno a la madre para dar gracias por
tanto don recibido y por tanto que está para nacer si ponemos del todo
la confianza en Quien sabemos nos ama, Capitán del amor, verdadero
Esposo y Maestro, Compañero y Amigo. Hoy seremos Eucaristía y pan
partido, trigo y vino entregado y triturado para la vida del mundo.
Haremos silencio en medio de celebraciones, cantos y viviremos todo el
día saludando y abrazando, felicitándonos y deseándonos revivir a la
Santa, pero sobre todo viviremos este día de la forma que a ella más le
agradaba, poniendo los ojos en Cristo, caminando con Él cada paso de
este día, los lindos ojos que a ella la trajeron a Sí y la despertaron a
la vida verdadera, esos ojos que nos despertaron a nosotros a ser
carmelitas y que hoy siguen gritando y mendigando amor. Vivamos todo
este día en esta comunión de Su Mirada, y poniendo en Su mirar a toda la
gran familia del Carmelo y de la Iglesia.
Tengo muy vivamente presentes a los carmelitas y las carmelitas en
lugares de especial dificultad y que viven situaciones de riesgo y
amenaza exterior e interior. A nuestros hermanos de más lejos en África
(Delegación), América (Vicariato y otros países americanos) y Asia
(Timor y Tierra Santa)... y a todos los que aquí en Europa caminamos
queriendo aprender de Teresa a vivir este momento difícil como un tiempo
fecundo y oportuno de vida nueva en Cristo. Tiempo recio, tiempo
propicio para la amores verdaderos, para la fe valiente y humilde,
tiempo único para dejarnos rehacer y reconstruir por Aquel que hace
nuevas las cosas y que tiene siempre un proyecto de vida y un plan lleno
de posibilidades. Hoy estrenamos esa esperanza teresiana que cree
contra toda esperanza, en las adversidades y en medio de todas las
inclemencias que de la mano de Jesús y unidos, podemos cambiar el mundo y
dejarnos nacer de nuevo.
Gracias Santa Madre Teresa, acompáñanos, reúnenos, reconcílianos a toda
la Orden. Despiértanos, desengáñanos, espabílanos y haznos a tus hijos
e hijas, laicos, frailes y monjas según Jesús nos quiere, según tu
corazón. Santa Madre muchas gracias por habernos traído a tu familia y a
tu proyecto y gracias por seguir juntandonos y fundándonos para un
Carmelo que se dispone a nacer. Bendice y protege a nuestro Padre
Saverio, a todos los superiores y superiora de la Orden y cada hermano y
hermana, especialmente a los enfermos y a los más frágiles y débiles, a
los jóvenes que están en formación y a los que están más solos y en
dificultad. Contágianos madre Teresa lo único necesario y la capacidad y
la alegría de ser Jesús hoy.
Queridas hermanas y hermanos, muy feliz día de la Santa, muy feliz
celebración. Que Dios os bendiga, que Santa María y San José os lleven
de su mano y que con la Santa en este día cantemos Unidos las
misericordias del Señor y demos gracias de corazón por tanto Don.
fr. Miguel Márquez ocdProvincial
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