Editorial OPINION
28-AGOSTO
2014
El
conflicto de fondo está en la falta de planificación urbana, en normas ediles
que se superponen unas a otras, lo que genera al final caos y enfrentamientos
entre grupos ciudadanos.
Lo que está ocurriendo, los
últimos días, en las calles Totora y Esteban Arze, al sur de la ciudad de
Cochabamba, indica a todas luces deficiencias en normas sobre planificación de
la ciudad y fundamentalmente en lo que importa a determinadas autorizaciones
para el comercio informal que ocupa espacios en la vía pública.
Uno
de los aspectos más importantes en la conformación y desarrollo de las ciudades
es delimitar las áreas donde pueden funcionar los sitios de abastecimiento y
para ello el municipio toma el control de los mercados y otros centros de
comercio. En la ciudad de Cochabamba funcionan los mercados centrales en la 25
de Mayo, la San Martín
y los del sur en La
Calatayud , La
Pampa , La
Cancha y otros descentralizados.
Lo
que resulta complicado en una ciudad como la nuestra y en otras del interior
del país, es la ocupación del comercio informal en calles y avenidas y cuya
permanencia “legal” se va reproduciendo de manera progresiva, por la fuerza de
la costumbre que permite ciertos derechos adquiridos y porque por esas mismas
circunstancias, la alcaldía otorga permisos temporales para estas actividades.
En el momento mismo en que se entregan permisos por presiones incluso de orden
social, en ese mismo instante, se están dando pasos para legalizar lo que
resulta en los hechos ilegal.
El
caso de los comerciantes de la calle Totora y Esteban Arze, ejemplifica, de
algún modo, la cadena de estas situaciones irregulares, que luego, estallan
incluso en enfrentamientos entre comerciantes y vecinos. Los primeros, alegan
su derecho de instalar toda la semana sus puestos de venta y no solo los fines
de semana, lo que evidentemente, causa problemas a los dueños de casa, que a su
vez tienen algunas tiendas comerciales formales y que reclaman porque el
ingreso a sus viviendas y garajes está prácticamente bloqueado por los
anaqueles de los vendedores.
Los
comerciantes tienen patentes, o sea que pagan por el funcionamiento de sus
puestos en aceras y calles, lo que ya resulta un contrasentido, que es producto
de una serie de situaciones. Por un lado, no se planifica, y por otro, se
autoriza lo que no se debería autorizar. Las contradicciones a partir de normas
ediles, que se arrastran desde hace muchos años y gestiones pasadas o que se
aprueban coyunturalmente, son la causa principal de los problemas.
La
expansión del comercio informal que va ocupando arterias públicas, tiene su
origen, en la falta de planificación urbana, en una serie de normas ediles que
se superponen unas a otras, en autorizaciones que contradicen las superiores y
en realidad en una situación que no busca soluciones a los problemas, sino por
el contrario, parecería que los crea y los fomenta, para que en medio del caos,
determinados grupos se beneficien e incluso esto llegue a los agentes
municipales.
Las
soluciones tienen que darse en una reconfiguración completa de lo que se
entiende por el espacio urbano destinado al comercio informal, mediante la
formalización de lo informal que debe responder a un proceso mediante
cumplimiento de los requisitos necesarios, la creación de nuevos mercados, y
una mayor descentralización. No se puede pasar por alto que la planificación
urbana del comercio y abastecimiento de la ciudad, tiene que ver con formas y
modos, que deben conciliar las normas y la realidad social.
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