sábado, 13 de septiembre de 2014

LA SANTA CRUZ


La veneración de la Santa Cruz, 14 de septiembre, va unida a las solemnidades de la dedicación de la basílica de la Resurrección erigida sobre el sepulcro de Cristo (año 335). Pero, al mismo tiempo, se inserta dentro de un contexto bíblico que realza su importancia: «El décimo día de este séptimo mes será el día de la Expiación, en el que ofreceréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor al Señor. Durante siete días habitaréis en cabañas» (Lev 23, 34 y 42). Como es sabido, la carta a los Hebreos interpreta el sacrificio de Cristo relacionándolo con la liturgia del- día de la Expiación (Hebr 9, 9-12), y fue durante ese tiempo cuando Jesús declaró: «el que tenga sed, que venga a mí". (Jn. 7, 37)

Cristo ofreció sobre la cruz su sacrificio para la expiación de los pecados de muchos; la Cruz es, para el pueblo cristiano, el signo de la esperanza del Reino, que el pueblo judío celebraba durante la fiesta de los Tabernáculos. Eso da a entender con qué luz brilla la Cruz gloriosa de Jesús: la Cruz, que había sido motivo de desprecio, se ha convertido en nuestra gloria. Si el árbol plantado en el paraíso le produjo a Adán un fruto de muerte, el árbol de la cruz nos ha proporcionado un fruto de vida, Cristo, en quien “está nuestra salvación, vida y resurrección

Abrazar mi cruz, abrazado a la tuya. ¡Qué misterio de amor encierra la cruz! Abracemos nuestras cruces como Cristo amó la suya. Sólo por Amor y en el Amor, se llevan las cruces...


Danos un corazón sabio, que sepa amar la Cruz en tu Cruz, Jesús.

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