El
milagro de la Virgen
de Guadalupe
La
aparición se inició el 9 de diciembre de 1531 en las cercanías de la Ciudad de México, entonces
ciudad capital del imperio Azteca: la
Virgen se aparece al indio Juan Diego, y le pide que
transmita al obispo del lugar su voluntad de que se construya un templo
dedicado a Ella en el cerro Tepeyac. El obispo, al escuchar el relato del
indio, le pide una prueba de la
Presencia de la
Madre de Dios allí. María hace crecer entonces un jardín de
rosas en un cerro inhóspito y semidesértico, y se las hace recoger en su tilma
(especie de poncho o manta) a Juan Diego. Luego le pide se las presente como
prueba de Su Presencia al obispo. Cuando el indio abre su tilma frente al
obispo, caen las flores al piso y aparece milagrosamente retratada la imagen de
la Virgen María
en la rústica tela. El templo dedicado a la Virgen de Guadalupe fue construido en el cerro
Tepeyac, lugar de las apariciones, donde se exhibe la tilma original de Juan
Diego, impresa con la mundialmente conocida imagen de la Virgen de Guadalupe.
Pío
X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Patrona de toda América
Latina". Pío XI, de "todas las Américas"; Pío XII la llamó
"Emperatriz de las Américas"; y Juan XXIII, "La misionera
celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". En la maravillosa
gran basílica de Guadalupe, Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de
mayo de 1990. Además, en sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II visitó el
Tepeyac y honró con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe, a quien encomendó el continente Americano y su nueva
evangelización.
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