Alégrense
por fin los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del cielo, y
por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.
Goce
también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor
del Rey Eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese
también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene
el templo con las aclamaciones del pueblo.
¡Qué
noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del
abismo. ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano
con lo divino!
¡La luz
de Cristo gloriosamente resucitado disipe las tinieblas del corazón y de la
mente! Cristo, Alfa y Omega, de Él son los tiempos y los siglos. ¡Bendito
sea el Señor porque ha visitado y redimido a su pueblo! Cristo resucitó,
¡aleluya!
No hay comentarios:
Publicar un comentario