domingo, 6 de septiembre de 2020

HOMENAJE AL P. LINTON GUZMAN TORREZ OCD

 

                                                                                            

            Reverendísimo P. Provincial:

            Con un profundo dolor en el alma escribo estas líneas para testimoniar – en cuanto soy capaz – el precioso servicio que el querido P. Línton Guzmán ha brindado a la Iglesia de Cochabamba durante muchos años.

 Trabajaba en la Cancha, con amor y humildad, pero un día aceptó con mucha disponibilidad asumir en el Arzobispado primero la responsabilidad de la Comisión de Arte Sacro y luego, dentro ese servicio, se dedicó alma y cuerpo a la restauración del Convento de Santa Teresa. Y con paciencia, sacrificio y competencia, por una anterior misión cumplida en el Convento de la Carmelitas de Sucre, en el lapso de unos cinco años, logró el objetivo de ver esta magnífica obra de arte y de fe totalmente restaurada, para el bien de la Orden, de la Iglesia, de toda Cochabamba y de Bolivia.

            Impresionaba su seriedad y responsabilidad en las tareas. Era exigente con los demás, es decir con los que dependían de él, y consigo mismo, en el sentido que daba cuenta fielmente de todo el dinero que manejaba para la restauración del Convento-Museo.

Se ganó así la confianza de la Embajada de los Estados Unidos, que continuó a proporcionarle los medios hasta completar la Obra. Su nombre y el de la Orden quedarán en la historia, junto con los de sus estrechos colaboradores.

Se ganó la confianza de los bienhechores, que se daban cuenta que él tomaba muy en serio sus aportaciones y las manejaba de la mejor manera. Ahí, en sus registros, están todos sus nombres y estarán también en el cielo.

Otro aspecto, aún más importante, que se admiraba en el P. Línton era su amor y pasión apostólica. Amaba el trabajo pastoral, amaba a sus fieles. Los conocía. Conocía la Cancha con sus dinámicas y sus problemas. Y no tuvo miedo de dar su vida, como un verdadero Pastor. Una entrega radical la suya.   ¡Un testimonio admirable!

Sus pobres, los pobres que él atendió con tanto amor, le habrán abierto con gozo las puertas del Paraíso. 

¡Gracias, querido P. Línton!

Quédate en nuestros corazones, para que sigamos tu ejemplo y bendícenos desde el cielo, para que un día podamos encontrarnos en la Casa del Padre.

Que el Señor bendiga también la Orden y le conceda santas vocaciones.

Fraternalmente.                                           

+ Mons. Tito Solari 


Ciudad de Este, 22 de agosto de 2020

Estimados hermanos, hermanas y carmelitas seglares del Vicariato:

Señor, tú eres mi alegría y mi herencia, mi destino está en tus manos. Me ha tocado un lote estupendo, ¡qué hermosa es mi herencia!  -Salmo 16-

Ante la partida a la casa del Padre de nuestro hermano Linton he recordado lo que le había escrito hace dos años por sus 25 de ordenación sacerdotal, pues siento que esas palabras -hoy más que nunca- cobran fuerza y pleno sentido:

“Aunque tu aniversario sacerdotal fue el día 9 de agosto, memoria de nuestra hermana Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), has querido –significativamente- celebrar tus bodas de plata en este templo del convento de nuestras queridas hermanas Carmelitas Descalzas. Y es que, en los últimos años, gran parte de tu vida y tu tiempo, los has dedicado en la restauración total de este convento (de Sta. Teresa), joya de esta ciudad de Cochabamba y tesoro para el Carmelo del Vicariato Uruguay-Bolivia y Paraguay.

 

Tus hermanos del Vicariato reconocemos y valoramos tu empeño y dedicación a todas las obras que se te han confiado… y se te seguirán confiando. Gracias de corazón, P. Linton, por lo que hasta ahora has entregado por la Orden y por la Iglesia. 

Linton, yo sé que te gusta festejar tus cumpleaños y los de tus hermanos… “y si hay Mariachis, mucho mejor”. Hoy sobran razones y motivos para celebrar, las bodas de plata de tu sacerdocio, por eso mismo nos unimos a ti para aplaudir con júbilo este acontecimiento tan importante para ti y para todo el Vicariato. También la Iglesia local de Cochabamba se une para dar gracias a Dios por tantos dones recibidos en todo este tiempo. Y qué mejor que terminar nuestro agradecimiento a Dios, con el mismo salmista: Señor, tú eres mi alegría y mi herencia, mi destino está en tus manos. Me ha tocado un lote estupendo, ¡qué hermosa es mi herencia!”.

 

Efectivamente, hoy le toca a nuestro hermano Linton disfrutar de la auténtica herencia que Dios le tiene preparada y tiene preparada para todos nosotros, como la plenitud de la vida y gozar de la comunión con Dios para siempre. Hoy renovamos nuestra fe en Jesús Resucitado al mismo tiempo que nos sentimos interpelados por Él: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá… ¿Crees esto? Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios el que tenía que venir al mundo” (cf. Jn. 11, 25-27). 

 

Nos unimos a tantas personas que se ven afectadas por el coranarirus, que tanto daño y sufrimiento viene generando, y sigue provocando a lo largo y a lo ancho del planeta. Nuestro hermano Linton ha luchado hasta el final, pero también ha sabido ponerse en las manos de Dios para que se hiciese Su voluntad antes que la de él.

 

De nuevo: gracias Linton por todo lo compartido y que se haga siempre en todos nosotros, como en ti, la voluntad de Dios. Más allá de que no entendamos el porqué y el para qué de las cosas, pero que siempre tengamos la certeza de que Dios está con nosotros y por encima de todo busca y quiere nuestro bien.

Que Nuestra Señora del Carmen reciba en sus brazos de Madre a nuestro hermano e interceda por todos nosotros, para que estemos siempre dispuestos para acoger lo que su hijo Jesús nos vaya presentando.

 


Un saludo fraterno.   Fr. Carlos Medina ocd

VICARIO REGIONAL



BIOGRAFIA DEL PADRE LINTON GUZMAN TORREZ

INICIOS

Linton Guzmán Torrez nació en 1959, en Potosí. Es hijo de Vitaliano Guzmán y Vidma Torrez. Era el cuarto hijo de ocho hermanos. La familia Guzmán Tórrez dejó Potosí, tras la jubilación de las minas de su padre en 1962, y se trasladó a Cochabamba.

“Con los beneficios sociales de mi padre, compramos un terreno en Villa Busch, cerca de la zona del Hipódromo, y ahí comenzamos a construir nuestro hogar; también hacíamos producir el terreno con papa, choclo, haba y otros”, recordaba padre Linton.

Según Linton, vivió una feliz niñez, hasta que falleció su padre, cuando  se vio en la necesidad de ingresar al mundo laboral, con tan solo 12 años su primer trabajo fue en una fábrica de botones, propiedad de la familia Heresi. Ese dinerito ayudó económicamente en casa”,

Desde ese momento, el joven impetuoso aprendió a estudiar y a tener más obligaciones. Paralelamente y, poco a poco, la llama religiosa comenzó a avivarse dentro de él. “Cuando era pequeño y mis familiares me preguntaban qué quería ser de grande, siempre respondía que deseaba ser curita”, recordaba. Deseo que fuera tomando más forma cuando su familia recibió la visita de su tía que era monja y estaba interna en el convento Santa Teresa-. “Al verla, con una carita de ángel, me di cuenta de que yo estaba convencido de lo que quería hacer”.

Los últimos años del bachillerato, Linton combinó el estudio, el trabajo y su creciente vocación de fe. Por ello, comenzó a catequizar a lado de un grupo de misioneros, que viajaba los fines de semana hasta la zona de Illataku, en Quillacollo, para preparar a los niños y jóvenes para hacer la primera comunión o confirmación.

Pero nunca se alejó del Convento y, de tiempo en tiempo, entraba a la iglesia y se quedaba meditando. A los 18 años consolidó su vocación. Durante un par de años el aspirante a sacerdote dejó sus estudios para dedicarse solo a trabajar, pero luego retomó su formación.

En 1982 terminó sus estudios, a la edad de 21 años, del colegio Abaroa. Ese fue el momento en que decidió seguir su vocación e ingresar como postulante a la orden Mariana de los Carmelitas Descalzos.

En 1987 hizo su profesión simple. Abrazó el nombre religioso de Fray Linton Guzmán Tórrez de la Cruz. “Mi primera celebración eucarística fue en la iglesia de mi patrona y fue un momento muy emotivo”, recordaba padre Linton.

Posteriormente, ingresó a la Universidad Católica Boliviana, a la carrera de Filosofía y Teología. Durante muchos años, Guzmán residió en la parroquia de San Antonio y también en el convento de padres Carmelitas en la América, hasta que fue enviado como diácono a La Paz, donde trabajó por muy poco tiempo.

Retornó a Cochabamba para reincorporarse a la parroquia de San Antonio. Entre los muchos cargos que ocupó están: superior, formador, responsable de la delegación provincial y asistente de la federación de la orden de las Madres Carmelitas Descalzas de Bolivia y lo último párroco de la iglesia San Antonio y Director del Convento Museo Santa Teresa Cochabamba.

DEVOCIÓN Y ENTREGA

28 años de servicio a la iglesia católica, Consagrado a los votos sacerdotales de pobreza, castidad y obediencia, Padre Linton llevó adelante la restauración del Convento Museo Santa Teresa, en sus dos fases. Implementó el armado de las salas del museo.
Falleció a los 60 años de vida, se entregó a la Orden de los Carmelitas Descalzos en 1992. Su inspiración y fiel protectora siempre fue la Virgen del Carmen; por eso, cada vez que ingresaba a una iglesia y tenía en frente la imagen mariana, la miraba con gratitud y devoción, la contempla por unos breves segundos y hacia la señal de la cruz, para proseguir su camino. La conexión que siente con la imagen de María, la considera artífice de que llegara a proclamar sus votos sacerdotales.

Restauración Convento Museo Santa Teresa

Gracias al amor por el arte, por el patrimonio y por lo antiguo, padre Linton se animó a encarar la restauración del Convento Museo Santa Teresa, en sus dos etapas; la primera intervención que fue la iglesia y finalizó en marzo de 2015, la segunda etapa que fue la restauración de los claustros del Convento, que finalizó en 17 de abril de 2018

Una obra que demandó más de un millón de dólares y que el padre Linton se hizo responsable, donados por la Embajada de Estados Unidos en Bolivia, la Orden Internacional de Carmelitas Descalzos y los fieles devotos.

También realizó la restauración de los cuadros del museo, el financiamiento para poder restaurar lo conseguía mediante la celebración matrimonios en la Iglesia de Santa Teresa.

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